La continuidad de la Monarquía Parlamentaria

La Historia se escribe desde la distancia temporal, pero esta semana España ha sido testigo de hechos que pasarán a formar parte de ella. El miércoles 18, el Rey Juan Carlos I ponía fín a su reinado con la firma de la ley de abdicación, recientemente aprobada por las Cortes. El jueves 19, se proclamaba nuevo rey a su hijo, Felipe VI, al jurar la Constitución ante las cámaras legislativas y el Gobierno. Un acontecimiento que se venía preparando desde el otoño de 2013 ante los problemas de salud del monarca, el desprestigio de la institución y los retos a los que se debía afrontar.

Portada del diario EL PAÍS, 19 de junio
Por tanto, un hecho histórico relevante por tres razones. La primera por lo que supone de excepcional el cambio de Jefe de Estado en una monarquía. La segunda, porque es una sucesión prevista en la Constitución de 1978, es decir siguiendo una Ley Fundamental, que emana de la soberanía popular, origen de todo el poder democrático. La tercera, porque coincide con una profunda crisis política, social y económica del país, a la que se debe hacer frente, y que cuestiona la propia constitución elaborada en tiempos de la llamada Transición.

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