La arquitectura barroca

Palacio de Versalles

La arquitectura es la disciplina que expresa mejor el objetivo del arte barroco que se puede denominar el arte total. A ella se subordinan las demás, la escultura, la pintura, la jardinería y las artes decorativas. Frente al estilo renacentista que supuso una innovación creadora respecto al gótico, el barroco propone una interpretación original de los elementos clásicos. Los órdenes tradicionales se combinan de manera caprichosa. Los frontones se parten y el fuste de la columna salomónica se retuerce. Se utiliza de forma común el orden gigante frente a la superposición de ellos en la fachada. Los edificios transmiten movimiento con el empleo de la formas curvas, cóncavas y convexas. La decoración se hace abundante tanto dentro como fuera del edificio.

Plaza de San Pedro del Vaticano, Roma

Los edificios se enriquecen con múltiples planos y perspectivas, jugando con el ilusionismo y la teatralidad. La cúpula adquiere un papel muy notable, tanto en su parte interior como en el exterior, decorada con pinturas al fresco. La arquitectura barroca es la más adecuada a la expresión del poder político y religioso desde principios del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII. La monarquía absoluta impulsa la construcción de grandes palacios como símbolos de su poder en las capitales del estado. Para ello, se reforma el espacio urbano para abrir amplias vías de comunicación en los que resaltan diferentes puntos de interés para el súbdito del Antiguo Régimen. Los jardines amplifican el impacto visual de las construcciones reales. Los edificios de la nobleza y la alta burguesía imitan el impacto de los sitios de la monarquía a la que sirven.

Plaza Navona, Roma

La iglesia católica contrarreformista emplea igualmente el estilo barroco en su lucha contra el protestantismo. Utiliza el lujo y la ostentación como medio de propaganda religiosa. El templo se hace visible en el espacio urbano. Las iglesias, con sus formas dinámicas exteriores y con la abundante decoración interior, causan admiración y conmueven a los fieles. Frente al esplendor de los templos católicos, los protestantes se caracterizan por la sobriedad y la desnudez. La huella de la arquitectura barroca se observa en los espacios y en los edificios de las principales ciudades europeas: Roma, París, y Madrid, que todavía perdura en la actualidad, a pesar de las transformaciones del mundo contemporáneo industrializado.

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