Los últimos glaciares españoles


El mes pasado saltó la noticia que nos recordaba la muerte lenta de los dos últimos glaciares españoles situados en la cordillera de los Pirineos, que es la única de nuestro país que los alberga, además de ser los más meridionales de Europa. El más grande y el mejor estudiado es el glaciar del Monte Perdido, frente al de Maladeta-Aneto. Se prevé que serán los primeros en desaparecer del Viejo Continente por las condiciones límite en la que se encuentran. El principal enemigo es la subida de las temperaturas medias de la zona en 1,5 grados, frente a una subida media global de 0,7 grados. Cumplen el fenómeno general de todo el planeta del retroceso de los glaciares de alta montaña.


El glaciar de Monte Perdido como es propio de estas formaciones del relieve supone una acumulación de hielo que se mantiene a lo largo de todo el año y que está en continuo movimiento, en concreto, posee un kilómetro de largo y unos 500 metros de alto y avanza tres centímetros al día. En las últimas décadas se ha dividido en dos partes sin conexión, una superior y otra inferior. La pendiente de la zona superior es cada vez más pronunciada lo que dificulta la acumulación de nieve esencial para su mantenimiento durante las estaciones de primavera y verano. Igualmente, las piedras que cada vez afloran más son como radiadores que aceleran la fusión del hielo. Según las medidas aportadas por la técnica del escáner láser terrestre, ha perdido de media cinco metros de grosor, aunque hay puntos en que son 14 metros menos. Si continua la tendencia de los últimos 20 o 30 años, una gran parte desaparecerá completamente en una lenta agonía.

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