La historia del arte y la contemporánea se entremezclan en muchos casos, ambas van de la mano como en otras épocas del pasado. Según se producen obras pictóricas o escultóricas y los artistas insertos en la sociedad del momento a través de los clientes. Después con su intercambio, según pasan los años. La pintura, Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia es obra de Camille Pissarro, pintor impresionista, en 1897. Pertenece a su última época cuando se trasladó por motivos de salud a Paris desde el campo. Este cuadro muestra la técnica impresionista al captar con pinceladas cortas los efectos de un día de lluvia sobre las calles. Tiene un punto de vista elevado, que él observa desde la habitación del hotel donde reside por aquellos años. La reforma urbana del barón Haussman había abierto grandes avenidas en la capital francesa. Desde la place du Theatre Français se contempla una profunda perspectiva donde los coches y paseantes pierden nitidez cuando todavía no había dejado de llover.
La obra se exhibe en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, es decir pertenece al Estado español que lo compró junto al resto de la colección del barón en 1993. Pero la polémica ha surgido desde hace más de veinte años cuando la familia Cassirer reclamó su devolución a pesar que fue adquirida legítimamente en una galería de Nueva York en 1976. El problema está que fue un cuadro que su antigua propietaria, Lilly Cassirer en 1939 tuvo que malvender a un marchante nazi para obtener un visado de salida de Alemania para huir de la muerte. Luego tras su posterior venta, fue requisada por la Gestapo. Sabemos del afán expoliador de obras de arte de los nazis por toda Europa, que provocó que muchas obras desaparecieran o cambiaran de manos tras la guerra. Entre ellas se encontraron, especialmente, las de coleccionistas judíos.
Los dos procesos que se han realizado hasta la fecha en EEUU han dado la razón, según las leyes españolas, al museo como propietario legítimo, cuando se sabe que la antigua propietaria ya fue indemnizada por el Gobierno alemán por el valor que tenía el cuadro en 1958. Todo volvió a empezar cuando uno de los descendientes descubrió que se conservaba y reclamó su devolución. Este mes de enero saltó la noticia que se ha celebrado una vista ante el tribunal Supremo de EEUU que debe decidir si se aplican las leyes federales de ese país, que dan la razón a la familia, a pesar de todos los avatares posteriores del cuadro, que el museo ha publicado en una nota de prensa. Esperemos que la resolución judicial apoye la postura del Estado español, y podamos seguir conservándolo en Madrid.