La escultura romana tuvo una fuerte influencia de la plástica griega. Los patricios romanos coleccionaron obras originales y copias de los más famosos escultores helénicos. Muchas obras helenísticas se han encontrado en los yacimientos antiguos de Roma, llevadas allí para decorar sus palacios. Al principio del Imperio romano, la imagen del emperador, que iba a ser repetida por todo el orbe mediterráneo, como forma de propaganda, se inspiró en la idealización de la época clásica ateniense. Así, lo observamos hasta el siglo II, tanto en las obras en bulto redondo como en relieve, durante la época de Augusto, como en la dinastía Julia. De este aspecto, tenemos dos ejemplos principales, el retrato de Augusto de Prima Porta, y el Ara Pacis.
En la primera obra, Augusto aparece arengando a las tropas vestido de militar con el brazo levantado y los pies descalzos. La postura de las piernas repite el modelo del Doríforo de Polícleto. En la coraza se representa un tema alegórico, la sumisión del rey de los Partos. El retrato del emperador remite al gusto propiamente romano de exaltación de la autoridad del individuo. La idealización del cuerpo, que le confiere un estatus divino, proviene de la influencia griega. Idealismo y serenidad clásica son las características formales de los relieves del Ara Pacis, que muestran la procesión de los descendientes de Julio Cesar para participar en los sacrificios dedicados a la paz.
Otro de los aspectos de la plástica romana es el retrato, que une la tradición funeraria etrusca y la influencia griega. Además, influye la costumbre de conservar la imagen de los antepasados. El resultado es un retrato, en general, realista, que muestra la evolución de las modas en el cabello, especialmente de la mujer patricia.
Finalmente, propiamente romano, fruto de la expansión imperial, fue el relieve histórico, que se sitúa en dos monumentos que mostraban los triunfos de los emperadores, el arco de triunfo y la columna conmemorativa. Ejemplos significativos son aquellos relieves que decoran los pilares del Arco de Tito, que muestran la victoria romana sobre los judíos y el saqueo del templo de Salomón.