Saturno devorando a su hijo de Francisco de Goya

Saturno devorando a su hijo, 1820-1823, Goya, Museo del Prado
En estos tiempos dramáticos de pandemia, la mejor elección entre la obra de Francisco de Goya, puede ser una de sus Pinturas Negras, aquellas que realizó para decorar las paredes de su casa de campo, la llamada Quinta del Sordo, junto al río Manzanares. Allí, en las paredes de dos habitaciones situadas en las plantas baja y alta, dio riendo suelta a su extraordinaria creatividad, ya anciano, creando un nuevo lenguaje plástico, que abre las puertas de la pintura moderna. Goya, en estos momentos de su vida, desborda pesimismo, tras superar una fuerte crisis por su enfermedad. Produce un conjunto de temas alucinantes, provenientes de las visiones delirantes de su mundo interior.

Detalle

Entre las Pinturas Negras, así llamadas por el predominio de los pigmentos oscuros y negros, y por los sombrío de los temas, selecciono un tema clásico, Saturno devorando a su hijo. La divinidad que gobernaba el paso del tiempo, comía a los hijos nacidos de Rea, su mujer, por el temor a ser destronado por uno de ellos. Alude, de esta manera, al paso del tiempo, a los daños que produce en el ser humano. A la futilidad de la vida y la fatalidad del destino imprevisible. Interpretado por el pintor aragonés con gran dramatismo y audacia técnica, que anticipa al expresionismo contemporáneo. Fue pintada con una técnica mixta, entre cuyos pigmentos estaba el óleo, sobre la pared seca. Esta obra y el conjunto todavía se encontraban in situ en 1871. Después, se pasaron a lienzo, para luego ser incluidas en el catálogo del Museo del Prado.

Perro semihundido, 1820-1823, Goya, Museo del Prado

Elementos del arte islámico

Mirhab, Mezquita de Córdoba
El Islam surge en la península arábiga en el siglo VII. La nueva religión monoteísta en su rápida expansión va a crear unas manifestaciones artísticas singulares, condicionadas porque la nueva fe desaconseja representar figuras humanas y animales. Por ello, su lenguaje artístico se centra en la arquitectura y en las artes aplicadas. En general el arte islámico, se caracteriza por su eclecticismo, al asimilar y reinterpretar elementos tomados de distintas culturas y fundirlos con con sus propias raíces para crear nuevas formas.

Mezquita de Kairouan, Túnez

La arquitectura islámica se desarrolla en un medio físico árido, que va a provocar que se vuelque a los espacios interiores. Emplea materiales pobres por la escasez de piedra. Desarrolla, en cambio, el ladrillo, el azulejo, el trabajo de la madera y el yeso, que se mostrarán sobrios en el exterior y ricamente decorados en el interior.

Sala de oración, Mezquita de Córdoba

Los soportes empleados fueron la columna y el pilar sobre los que descansan arcos de herradura, apuntados, de medio punto, lobulados, el mixtilíneo y los arcos entrecruzados. En las cubiertas emplean madera labrada, junto a bóvedas y cúpulas, que desarrollan con gran variedad de formas, como las de bulbo; la califal, formada por nervios que no se cruzan en el centro, o la gallonada, compuesta por segmentos cóncavos parecidos a los gajos de una naranja.


Cubierta del mirhab, Mezquita de Córdoba

La mezquita es el edificio musulmán más destacado. Debía de tener un espacio amplio para que la comunidad se reuniese o rezase. Su estructura se basa en la casa del profeta Mahoma, dividida en dos espacios, el patio, rodeado por un pórtico, e integrado por un fuente para lavarse y un torre o alminar, para llamar a la oración; y la sala de oración o haram, organizada en naves separadas por soportes y arcos, uno de cuyos muros, la qibla, se orienta hacia La Meca. En el centro tiene un nicho, el mihrab, con el Corán, donde se sitúa el imán, persona que dirige la oración. Al lado, se encuentra el mimbar, un púlpito desde el cual se pronuncia el sermón.


Ataurique, Alhambra de Granada

La decoración adquiere un papel predominante y ocupa toda la superficie del objeto decorado, según la tradición oriental del horror al vacío. Tanto el yeso, la madera, la piedra y la cerámica vidriada se policromaban, proporcionando un resultado de gran riqueza cromática. Los motivos más usuales son geométricos, figuras entrelazadas formando estrellas o polígonos, conocidos como lacería; dibujos vegetales estilizados, denominados ataurique; y las inscripciones con versículos del Corán, o epigráficos. Las composiciones se basan en la repetición seriada, la combinación de distintas decoraciones y la simetría.

Enseñanza en cuarentena


La llegada primero del coronavirus Covid-19 a España, y luego a la Comunidad de Madrid, con especial incidencia, ha forzado a las autoridades sanitarias a ordenar la suspensión de la actividad docente presencial hasta el día 26 de marzo. Los profesores, en consecuencia, tenemos que trabajar online con los alumnos durante ese periodo. Tenemos, igualmente, que mantener reuniones de coordinación en el centro, aunque las menos posibles por el riesgo de contagio. La plataforma Moodle que habitualmente utilizo, será la base para organizar las tareas que realizarán los alumnos, sin obviar otros soportes y herramientas digitales que se emplean. Si hay un momento en el que la aplicación de las TIC a la enseñanza va a ser muy relevante, será éste con los alumnos a distancia, por la amenaza de la pandemia.

Las hilanderas o la fábula de Aracné de Velázquez

Las hilanderas, 1657, Diego Velázquez
Entre la pintura barroca española destaca por la originalidad del tema y la complejidad técnica, Las hilanderas o la fábula de Aracné, realizada por Diego Velázquez en la última década de su vida. Fue un encargo de don Pedro de Arce, funcionario de palacio, que pronto pasaría a las colecciones reales. Ante el espectador, se desarrolla una escena mitológica, encubierta por la escena del primer plano, que representa a unas hilanderas, que hizo pensar a lo largo de la historia, que mostraba un tema de género. La parte principal del cuadro, se encuentra en segundo plano, representando a la diosa Palas reprendiendo a Aracné, por haber osado a representar en su trabajo las flaquezas de los dioses. Dos mujeres, una de ellas con un laúd contemplan la escena, mientras otra mira hacia el espectador.


El tapiz del fondo representa, a su vez, el rapto de la ninfa Europa por Zeus en forma de toro, según un cuadro de Tiziano, pintado para Felipe II, y que fue copiado por Rubens en 1628-1629. Al día de hoy, no hay ninguna duda que el tema del cuadro, de por sí ambiguo, a la manera de Velázquez, representa un tema mitológico. Un tema, que por su forma de ser pintado, ha suscitado varias interpretaciones. La primera de ellas, en clave política contra la soberbia. La segunda, como defensa de la nobleza de la pintura, de las Bellas Artes, frente a la artesanía, a las artes manuales. Una riqueza interpretativa mostrada con la extraordinaria técnica del pintor sevillano, que le emparenta con otras obras del periodo como Las meninas o Mercurio y Argos.


Velázquez emplea de manera magistral la perspectiva aérea a través de los distintos planos de la pintura, caracterizados por diferentes luces. De esta forma, llega a representar el movimiento de la rueca, los rostros y los cuerpos de las hilanderas, que quedan captados con mayor o menor nitidez. Los personajes se distribuyen en una composición ortogonal, animados en varias actitudes. La pincelada es suelta y precisa ante los ojos y la distancia del espectador, a quien estos rasgos estilísticos y la ambigüedad del tema, le suponen una participación activa.

El rapto de Europa, 1628-1629, Rubens