Los inicios de la Revolución Rusa


Desde el inicio del siglo XX, se produce un proceso de descomposición del régimen zarista. Las pretensiones de mantenerse en el poder sin hacer apenas reformas que mejorasen la situación de la mayoría de la población empobrecida por los afanes imperialistas de la monarquía autoritaria, provocaron una creciente oposición de todas las fuerzas políticas, desde los liberales que propugnaban un cambio hacia una monarquía constitucional, hasta los socialistas marxistas y revolucionarios. La derrota rusa frente a los japoneses, fue la chispa que incendiaron las protestas frente al Palacio de Invierno. La población no podía aguantar más una situación de vida tan penosa, ni los mismos soldados que ponían en práctica los ideales de grandeza del régimen. En 1905, fruto de esas protestas, se produjo el llamado Domingo Sangriento, por los manifestantes muertos a los disparos de las fuerzas represivas. A pesar de esto, germinaron los deseos de un cambio revolucionario del sistema político ruso con el creación de las asambleas de obreros y campesinos llamadas soviet. Además el zar, a través de Manifiesto Imperial, se dotaba de una duma o parlamento, elegido por sufragio universal.




Para ilustrar este momento de los inicios de la Revolución Rusa, hemos visualizado la película, El acorazado Potemkin, dirigida por Sergei Eisenstein, y basada en un hecho real, la rebelión de este buque de la armada en 1905. Una película que narra las causas del mismo. El trato humillante de los oficiales contra los marineros, que son alimentados con carne podrida. Cuando iban a ser fusilados por sus protestas, comienza el motín, que pone al mando de la tropa, que hasta ese momento había sido despreciado por los oficiales, este poderoso buque. Estos acontecimientos se difunden por la ciudad de Odessa, al exponer el cuerpo muerte de uno de los principales líderes de la rebelión. Sin embargo, el ejército de la ciudad, en un momento de exaltación heroica del suceso, dispara a la multitud concentrada. Se produce la famosa secuencia de la matanza en la larga escalinata, donde el ejército dispara contra mujeres y niños. Desde el mar, el acorazado apoya a los manifestantes bombardeando los edificios con los símbolos del zar. Finalmente la flota que ha llegado de madrugada para doblegar al acorazado, de une a la rebelión contra el gobierno injusto.
 

Cartas desde el frente


 Acabamos de estudiar la Primera Guerra Mundial, un conflicto sangriento con millones de muertos y heridos. Sabemos por las cartas y postales que escribían los soldados y el cuerpo médico de la dureza de día a día en las trincheras. Un conjunto numeroso se conservan hoy en los archivos de los países contendientes, especialmente de los aliados. Era el principal medio de comunicación con las familias de los soldados. Aunque muchas de ellas fueron censuradas, no dejaron de describir los aspectos más duros a los que se les sometía. Además, muchas fueron despedidas ante el peligro inminente de una ofensiva o un contrataque enemigo. Las mujeres en la retaguardia esperaban el regreso de sus hijos o parejas. Una poderosa incertidumbre sobre el futuro se lee en muchas ocasiones.



Los alumnos de 4º se han querido poner en la piel, según distintos roles, de soldados, médicos, enfermeras que participaron en la contienda. Han consultado copias de originales traducidos para poder llevar a efecto esta tarea de escribir una misiva a sus padres o hermanos como despedida. De esta manera, han podido revivir, por lo menos, en parte, aquellos sentimientos que jóvenes como ellos vivieron hace más de cien años. También la sinrazón de la violencia bélica, que por muchos ideales nacionalistas e imperialistas, no merecen destruir la paz.

La crisis del liberalismo de entreguerras


El fin de la Primera Guerra Mundial supuso un punto de inflexión decisivo para la historia de Europa. Los países beligerantes se fueron recuperando de las heridas de la contienda. Se ampliaron los derechos individuales entre los que se encontraba la ampliación del sufragio a las mujeres. El sistema parlamentario y pluripartidista era el más común en nuestro continente. Un clima de prosperidad y optimismo se mostró en los llamados Felices Años Veinte. Sin embargo, era necesario afrontar con las reformas oportunas los nuevos desafíos que iban surgiendo. Entre ellos, la creciente desigualdad económica entre la población que había provocado el desarrollo capitalista. Las masas obreras y campesinas estaban insatisfechas ante el desigual reparto de la riqueza. La Revolución soviética de 1917 era un ejemplo para solucionar los problemas.



Ante la creciente conflictividad social y la ineficiencia económica propia de algunos países, el sistema político liberal, tuvo que realizar un esfuerzo extra para afrontar los nuevos tiempos. La mayoría de los países no disponían de una organización política sólida, y abrazaron soluciones dictatoriales nacionalistas de derechas entre los años 1922 y 1939, que se incrementarían con la Gran Depresión mundial. La clase burguesa y media quería que un Estado fuerte impusiese disciplina y cohesión nacional, mientras las clases bajas encontraban la solución en la revolución. La democracia liberal, por tanto, solo subsistió en las naciones con más tradición. Las demás en vez de profundizar en las reformas políticas que mejorasen la vida de los ciudadanos recurrieron a la solución autoritaria, e incluso al fascismo y al nazismo con la creencia que era el único modo de preservarlo, cuando implicaba su destrucción a medio plazo.



Uno de esto países que en los años veinte abrazó un régimen dictatorial, fue España, cuando el rey Alfonso XIII, en vez de encabezar la reforma del régimen de la Restauración, ya deteriorado tras la larga vigencia de la constitución de 1876, recurrió, ante los crecientes problemas políticos y sociales, al nombrar como presidente al capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, tras el pronunciamiento militar contra el gobierno constitucional el 13 de septiembre de 1923. Quedó en evidencia que el viejo régimen no podía afrontar problemas tan graves como la crisis marroquí sin una actuación conjunta y responsable de las fuerzas políticas que implicase a toda la nación. Sería la primera etapa en una evolución que volvería a aparecer en 1936.

La imagen del pasado coloreada


 Sabemos de la importancia de la imagen fotográfica para el conocimiento histórico del pasado. La gran mayoría de las imágenes desde finales del siglo XIX hasta avanzado el siglo XX, fueron realizadas en blanco y negro. En conjunto, son fotografías periodísticas y documentales, además de simples retratos. Hoy está de moda restaurar dichas imágenes dotándolas de color. Supone un valor añadido a la fotografía, pues nos permite viajar al pasado sin los obstáculos de distancia e irrealidad que proporciona el blanco y negro, para comprenderlo mejor, al percibirlo más próximo a la realidad de lo que fue la imagen captada por una cámara en blanco y negro. Las redes sociales y las publicaciones dan cuenta de este afán de transformar imágenes en blanco y negro del pasado, del lejano y el reciente. 




La calidad artística de muchos fotógrafos pioneros que desarrollaron su labor en momentos clave de nuestra historia contemporánea como los periodos de la Segunda República, la Guerra Civil, o el mismo franquismo, ven revalorizado su trabajo en la actualidad por la labor restauradora de los artistas y diseñadores que hacen un esfuerzo en aproximarnos sucesos clave de la Historia de España. Una representante de ellos es Tina Paterson, alias de David Rodríguez, que se ha centrado desde 2018, en colorear fotografía de nuestro pasado. Ha tomado para ello, ejemplos ya conocidos que están en archivos o colecciones, o también perdidos, y que han sido digitalizados recientemente. El resultado es espléndido para cualquier aficionado a la historia del medio, y al estudio del pasado, por las numerosas ventajas de percepción del mismo.




Por otra parte, no podemos pasar por alto que dicho fenómeno lo encontramos, también desde tiempo atrás, y ahora, de forma más intensa en la imagen cinematográfica, particularmente de carácter documental. No me refiero al cine que si podría tener detractores, pues supone una alteración sustancial de una obra de arte. Así, se han llevado a la restauración en color de imágenes significativas de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, aunque en la actualidad, ya se pueden encontrar, incluso, las pequeñas películas realizadas por los inventores del medio. Igualmente se observa documentos grabados por la televisión en blanco y negro de artistas de la música de la segunda mitad del siglo XX, que hoy cobran vida en color, para hacerlos accesibles al usuario de las redes sociales.

Oligarquía y caciquismo


 A finales del siglo XIX, se produjo la llamada crisis del 98, a causa de la pérdida de las últimas colonias que poseía España en América y Asia, tras la derrota en la guerra hispanoestadounidense de ese año. Tras este descalabro, surgió, como consecuencia, la necesidad de abordar el deterioro del sistema político, los problemas sociales del momento, y la modernización del país. Este replanteamiento llevado a cabo por intelectuales y políticos, se llamó regeneracionismo. Una nueva forma de sacar a España de la situación de atraso en la que se encontraba, y que fue abordada en los años sucesivos desde el poder. También por intelectuales como Joaquín Costa que perteneció a la Institución Libre de Enseñanza, y a distintas academias donde desarrolló una importante labor como jurista, político, historiador, y economista.




Joaquín Costa publicó en 1901 uno de sus libros más relevantes, Oligarquía y caciquismo, donde diagnosticaba los defectos más importantes del sistema de la Restauración. Un texto de este clásico de la política del momento, nos ha permitido abordar los problemas más significativos de su funcionamiento. Sobre todo, cuando nos afirma que era un régimen oligárquico, no parlamentario, donde las instituciones, más que moderar, le servían. Los vicios y corruptelas no serían la excepción del mismo, sino la regla, fundamento esencial de su particularidad. Por otra parte, los oligarcas y caciques forman un cuerpo extraño, ajeno a la Nación. Por lo tanto, no son una clase directora o gobernante, perteneciente a partidos políticos. Una ideas que nos han hecho reflexionar desde el punto de vista histórico. Permiten extraer una enseñanza fundamental para comprender el presente.