Según datos del último censo elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), publicado con información de 2011, dados a conocer este mes, la edad media de la población española ha aumentado en 1,5 años desde 2001, para situarse en 41,5 años. Una información que muestra el progresivo envejecimiento de la misma. A fecha del 1 de noviembre de 2011, el total de la población española alcanzó lo 46.815.916 habitantes, casi seis millones más de los que registraba el anterior censo hace diez años, lo que supone un incremento del 14,6%, el mayor en una década contabilizado en nuestro país. Incremento centrado en la llegada de inmigrantes, principalmente de origen rumano y marroquí. Conocemos, igualmente, que este crecimiento se ha producido en todas las comunidades, aunque se ha distribuido de manera desigual, por cuanto las islas y el Mediterraneo has registrado el mayor ascenso, mientras que en el noroeste peninsular has sido menor como es la tendencia en anteriores periodos. Sólo cuatro provincias han perdido población: Zamora, Ourense, Lugo y Palencia.
Las proyecciones demográficas del mismo instituto, publicadas en la prensa para el periodo 2012-2052 no son nada optimistas. Se informa de la conjunción de tres variables negativas para el futuro: emigración, envejecimiento y baja natalidad. Ya en este año que acaba, el saldo migratorio es negativo, con mayores salidas que entradas de población, circunstancia que se mantendrá en los próximos 30 años, a causa de la fuerte crisis económica. También, las muertes superarán a los nacimientos dentro de seis años, debido a la baja fecundidad de los años 80 y 90 del pasado siglo. Se producirá en consecuencia un desequilibrio entre jóvenes y mayores, incrementado por el aumento de la esperanza de vida, 86,9 años para los varones y 90,7 para las mujeres, y la reducción de la aportación a la natalidad de la inmigración extranjera.
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