En estos tiempos dramáticos de pandemia, la mejor elección entre la obra de Francisco de Goya, puede ser una de sus Pinturas Negras, aquellas que realizó para decorar las paredes de su casa de campo, la llamada Quinta del Sordo, junto al río Manzanares. Allí, en las paredes de dos habitaciones situadas en las plantas baja y alta, dio riendo suelta a su extraordinaria creatividad, ya anciano, creando un nuevo lenguaje plástico, que abre las puertas de la pintura moderna. Goya, en estos momentos de su vida, desborda pesimismo, tras superar una fuerte crisis por su enfermedad. Produce un conjunto de temas alucinantes, provenientes de las visiones delirantes de su mundo interior.
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Detalle |
Entre las Pinturas Negras, así llamadas por el predominio de los pigmentos oscuros y negros, y por los sombrío de los temas, selecciono un tema clásico,
Saturno devorando a su hijo. La divinidad que gobernaba el paso del tiempo, comía a los hijos nacidos de Rea, su mujer, por el temor a ser destronado por uno de ellos. Alude, de esta manera, al paso del tiempo, a los daños que produce en el ser humano. A la futilidad de la vida y la fatalidad del destino imprevisible. Interpretado por el pintor aragonés con gran dramatismo y audacia técnica, que anticipa al expresionismo contemporáneo. Fue pintada con una técnica mixta, entre cuyos pigmentos estaba el óleo, sobre la pared seca. Esta obra y el conjunto todavía se encontraban
in situ en 1871. Después, se pasaron a lienzo, para luego ser incluidas en el catálogo del Museo del Prado.
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