El 90º aniversario de la proclamación de la Segunda República


 El pasado miércoles 14 de abril se conmemoró el 90º aniversario de la proclamación de la Segunda República, un número redondo, que nos recuerda el inicio de un régimen democrático, cuya existencia pacífica acabó truncada por el golpe de Estado de una parte del ejército en 1936. Durante el tercer trimestre la hemos estudiado dentro de los contenidos de la materia de Historia de España, y la trataremos en 4º. Aquel día en el que se proclamó, tras la victoria electoral de la coalición republicano-socialista dos días antes en las grandes ciudades del país, la población llenó la Puerta del Sol y las calles adyacentes para celebrar con inusitadas muestras de alegría, pero sin violencia, la caída de la monarquía, mientras Alfonso XIII marchaba al exilio.




Las esperanzas estaban puestas en el nuevo régimen que daría voz a los trabajadores. Pondría fin a años de gobierno de una oligarquía caciquil que se ocupaba sólo de mantener sus privilegios, sin afrontar las reformas imprescindibles para la modernización del país. El antiguo régimen de la Restauración, nacido con la constitución de 1876, había establecido el turno pacífico de dos partidos principales, el conservador y el liberal, bajo el control de la monarquía. La estabilidad del régimen se basaba en la corrupción electoral siguiendo las directrices del ministerio de gobernación, a través de los caciques. Tras la pérdida de las últimas colonias, se inició un proceso de regeneración que no pudo cambiar la mala situación de las clases populares. 




La incapacidad de transformarse del régimen de la Restauración, caracterizado por la crisis de los partidos políticos tradicionales, y una creciente oposición, derivó en la dictadura de Primo de Rivera en 1923, una solución más autoritaria, adoptada de la misma manera, por otros países europeos de la época. Tras la dimisión del dictador, el pueblo español apostó por un cambio radical en forma de gobernarse, que pudiese afrontar las reformas necesarias. Así nació la Segunda República con el aval del pueblo y las clases cultas, sin embargo, el signo de los tiempos, estaba en su contra. Las viejas clases dirigentes  habían adoptado la idea totalitaria del fascismo, y clamaron contra el régimen desde su inicio, contra cualquier medida que fuera expresión de la voluntad democrática en la mejora de la organización territorial del país, de la economía agraria, el ejército o la educación. 




Todavía se recuerdan las medidas que trataron de mejorar la situación de los trabajadores y jornaleros mas desfavorecidos, aquellas encaminadas a sacarles de la pobreza y el analfabetismo. La crisis del capitalismo, fruto de la reducción del comercio internacional durante la Gran Depresión norteamericana, contribuyó al fracaso. La pugna ideológica del momento entre las oligarquías tradicionales y las clases obreras e intelectuales, vistas como un peligro revolucionario, hizo que las primeras, echaran mano del fascismo, en boga en Italia y Alemania, para frenar cualquier opción de cambio democrático. En España el golpe de Estado de 1936 dio lugar a una sangrienta Guerra Civil, que sería antesala de la conflagración mundial. 

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