Durante el segundo trimestre nos adentramos en la pintura y arquitectura moderna. Los alumnos conocen las manifestaciones propias del periodo que vamos a estudiar. El último tercio del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Entre ellas se encuentra la pintura impresionista, la de aquellos pintores que abandonaron los temas sociales del realismo, y se centraron en los efectos lumínicos al aire libre. Para ello emplearon colores puros siguiendo una técnica abocetada según los principios experimentales descubiertos en el momento. El pintor debía ser rápido en la ejecución, pues la luz al natural cambia constante, y los colores se ven a la vista humana de diferente manera. El maestro y precursor del movimiento, un grupo de pintores entorno a Claude Monet, que empezaron a exponer en Paris juntos, fue Edouard Manet, que se atrevió a dejar la pintura realista a la manera de Courbet, para tratar temas intranscendentes, de la vida moderna fugaz.
Manet estuvo influido por los grandes maestros como Velázquez, Rafael, Tiziano y Goya. Se sabe de su visita al Museo del Prado. También por la estampa japonesa. En la segunda mitad del siglo XIX se produjeron numerosos inventos en la ciencia y la técnica. La fotografía se convirtió cada vez más, desde su invención en un medio de masas. La luz artificial empezó a utilizarse. A la pintura solamente le quedaba transformarse, superar la reproducción mimética de la realidad, investigar en su propio medio para mostrar una interpretación artística original. Esto lo hizo Manet intentando ser el pintor de la vida moderna. En 1863 presentó al Salón oficial, El almuerzo sobre la hierba, que fue rechazado, por una parte por su técnica abocetada, por la forma de emplear el color, de ejecución inmediata, por otra por su tema un tanto escandaloso al presentar por este orden, restos de comida, una mujer desnuda entre dos jóvenes vestidos en un bosque.
Lo mismo podríamos decir del cuadro, Olimpia, también de la misma fecha que representa a una joven desnuda tumbada en una cama, mientras una mujer negra le lleva un ramo de flores. Se han visto en estos cuadros guiños a un gran maestro como Tiziano, autor del Concierto campestre y la Venus de Urbino, temas reinterpretados en clave moderna. Igualmente se ha visto la técnica y la forma de Velázquez en algunas de sus obras, como El pífano, una figura de cuerpo entero sobre un fondo neutro. Manet tuvo mala acogida en el Salón oficial, pero por otra parte, fue apoyado por su amigo, el escritor Emile Zolá, de quien hizo un retrato muy significativo. Finalmente, podemos destacar de su última época el cuadro, El bar del Folies Bergére, donde retrata a una camarera tras la barra llena de bebidas, al fondo un espejo que representa la sala llena de público, además la espalda de la camarera con un cliente de frente, reflejados. Un juego visual, donde el pintor representa los efectos visuales de la luz artificial sobre la mirada frontal del espectador. Por tanto, la impresión de luz y color, de los objetos y las personas representadas. Todo un manifiesto del nuevo espíritu.
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