La escultura del "Cinquecento" italiano


 La escultura del Pleno Renacimiento lo acapara la obra de Miguel Ángel Bounarroti, que se declara, ante todo como escultor, además de practicar magistralmente la pintura y la arquitectura. En su larga trayectoria, muestra la perfección técnica en la representación anatómica y el dominio de la materia, principalmente del mármol de Carrara. Une la búsqueda de la proporción y el equilibrio con la captación de la fuerza interior de los personajes, la llamada terribilitá. Sabe aplicar como ninguno las enseñanzas de la estatuaria grecorromana, de la filosofía neoplatónica, aprendida en Florencia, para la consecución de la belleza ideal. Tuvo como mecenas a los más importantes del Renacimiento, la familia de los Médicis y a los Papas.



El primer gran encargo, fue la Piedad del Vaticano, un conjunto con la Virgen que sostiene en su regazo el cuerpo de Cristo muerto. El joven Miguel Ángel, une al equilibrio compositivo de las dos figuras, una espiritualidad serena. La república florentina le encargó, como su símbolo, un David, tema tratado ya por Donatello y Verrochio. Debía colocarse en la Plaza de la Signoría. El maestro lo concibió como un joven atleta de gesto tenso, pero contenido, antes de lanzar la honda contra Goliat. El desnudo de la estatua monumental resultante evoca la influencia de la escultura clásica. La serenidad y el equilibrio, iban a dar paso con el tiempo a una interpretación personal de los principios antiguos. Esta evolución hacia una progresiva representación del drama y la tensión que abate el cuerpo humano, se inicia en los proyectos para las tumbas de Julio II y los Médicis.




En estos importantes proyectos destaca el Moisés, una escultura sedente, con gran atención anatómica y psicológica, que abraza en tensión las tablas de la ley. En las figuras de los Esclavos experimenta diferentes posiciones del cuerpo y en la escultura denominada, Victoria, sigue una composición en línea serpentinata, Finalmente, la ruptura de Miguel Ángel con los modelos clásicos se muestra en las siguientes representaciones del tema de la Piedad. Al artista solamente le interesa ya captar la belleza interior, expresión de una honda espiritualidad. Los conjuntos, a la par que inconclusos, ganan en capacidad expresiva y dramatismo para impactar en el espectador.




Miguel Ángel había abierto la puerta a la escultura manierista al evolucionar a una interpretación personal del clasicismo. La línea serpentinata en la representación de cuerpos en movimiento; El refinamiento, y la sensualidad, son principios del nuevo estilo, que será seguido por Benvenuto Cellini, cuyo talento de orfebre y dominio del bronce se plasmará en el Perseo, y por Juan de Bolonia, cuya obra maestra es el Rapto de las Sabinas, una composición de tres cuerpos humanos en movimiento, siguiendo una disposición helicoidal.

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