Las imágenes de Auschwitz


 La Casa Sefarad-Israel de Madrid muestra la exposición, SEEING AUSCHWITZ, organizada por Musealia en colaboración con el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau, y la UNESCO, sobre las fotografías e imágenes conservadas del famoso campo de concentración y exterminio. Una extensa red de ferrocarriles entrelazaba toda Europa para transportar a los prisioneros judíos. El avance de la guerra, principalmente del frente oriental, obligó a abandonar los lugares de exterminio. Los nazis tuvieron la intención de borrar todas las pruebas del genocidio, pero no les dio tiempo de deshacerse de las propias infraestructuras creadas, como de todos los documentos escritos y gráficos. Muchos prisioneros fueron abandonados, otros obligados a realizar penosas marchas hacia otros lugares no menos crueles que Auschwitz.




Se han conservado muy pocas imágenes fotográficas y dibujadas de Auschwitz, el mayor centro de exterminio de la humanidad. Las que se tienen fueron encontradas de manera casual. El principal lote corresponde al álbum formado por unas 200 fotografías que documentan la llegada y la selección entre mayo y junio de 1944 de judíos húngaros. Constituyó una prueba fundamental para probar los crímenes de guerra. Fue encontrado por Lili Jacob, ex prisionera de Auschwitz de 19 años, en un armario de un barracón de la SS en otro campo lejos de allí, cuando fue liberado por los aliados. La muestra nos enseña a mirar esas fotos realizadas por los verdugos, que consideraban a los recién llegados como una masa a la que esperaba la muerte en su mayoría, sobre todo aquellos que se encontraban en el bosque de abedules en Birkenau, donde se puede observar a un niño que le entrega una flor a otro, sin saber que al lado está la cámara de gas y los hornos crematorios asociados.




No se conservan apenas fotografías de los actos de mayor violencia en las cámaras de gas y los crematorios. Fueron los Sonderkommando, los judíos que trabajaban en esas instalaciones los que se hicieron con una cámara fotográfica, y  asumiendo muchos riesgos, tomaron imágenes semiescondidos tras una puerta abierta de un crematorio, de esas escenas de mayor crudeza. Igualmente, de este grupo, se han conservado dibujos que fueron escondidos en una botella, y otros realizados, tras la liberación. El testimonio verbal de los supervivientes lo muestra la exposición en vídeo. Otro grupo de fotografías son de identificación, y fueron de aquellos judíos destinados al trabajo esclavo. Se conservan miles, a pesar de las destrucciones que hicieron la SS.




Los aliados conocían la existencia de Auschwitz, pues así se los habían comunicado prisioneros que lograron escapar. Los aviones de reconocimiento y bombardeo tomaron fotografías aéreas precisas de sus instalaciones, pero prefirieron destruir las fábricas próximas ante el riesgo que suponía para las victimas. La exposición también incluye aquellas imágenes que llevaban los prisioneros en sus pertenencias, las mayoría referidas a judíos polacos. Igualmente, de los miembros de la SS y los servicios de administración del campo en sus ratos de ocio, que nos hacen reflexionar sobre la naturaleza humana. Finalmente, termina la exposición con imágenes de vídeo de otros genocidios después de Auschwitz, como el de Ruanda o Srebrenica, con textos de escritores que sufrieron la experiencia dramática como Primo Levi o Elie Wiesel. La visita, por tanto, es un recorrido preciso, no extenso, pero significativo del Holocausto judío.

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