Las espigadoras, F. Millet, 1857 |
La revolución de 1848 produjo graves conflictos sociales en Francia en el que la clase trabajadora participó influida por las ideas de Marx y Engels. Muchos artistas adoptaron una actitud de compromiso con la necesidad de cambiar las duras condiciones de vida de los proletarios. El espíritu subjetivo y de evasión romántico da paso a prestar atención a la realidad natural y social con un evidente deseo de transformarla. La pintura pretende reflejar esa realidad de forma objetiva. A este propósito contribuyó la aparición de la fotografía en 1839.
Proudhon y sus hijos, G. Courbet, 1865 |
De esta manera surgió un nuevo estilo pictórico en Francia denominado realismo cuya ruptura más llamativa con el academicismo se produce en los temas, que reflejan la vida cotidiana en la ciudad y en el campo, la intimidad del cuerpo humano, el paisaje, y el mundo del trabajo. Si importante es la obra artística de Camille Corot y los artistas encuadrados dentro de la Escuela de Barbizon, para la pintura de paisaje, sobresalen tres personalidades, Françoise Millet, Honoré Daumier y sobre todo, Gustave Courbet. El primero pintó escenas de la vida campesina, de forma simple y dando valor a las figuras. Su obra maestra fue, El ángelus.
El vagón de tercera clase, H. Daumier, 1862 |
Honoré Daumier, caricaturista político, encarcelado por sus críticas al gobierno, se centró en la actividad de los obreros y la pequeña burguesía. Gustave Courbet, considerado el más destacado, unió a sus ideas socialistas, una pintura revolucionaria en los temas y en las formas realistas. Pintó obras fundamentales como El entierro de Ornans y El taller del artista, que causaron un gran escándalo en su tiempo por su crudeza y anti-academicismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario