La pintura de Leonardo da Vinci

La Gioconda, 1503-1506
Hemos comenzado el estudio y análisis de la pintura italiana del Cinquecento. En ella, destacaron tres grandes maestros, Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio y Miguel Ángel Bounarroti. El primero fue el de mayor edad, pero no menos genial por sus innovaciones en la pintura, que servirán de ejemplo a los dos siguientes. Aunque a lo largo de sus más de sesenta años de vida, tuvo como mecenas a la familia Medici, a Ludovico Sforza, y al mismo rey de Francia, Francisco I, careció de los grandes encargos que ellos recibieron. La actividad pictórica no fue la principal que realizó para ganarse la vida y ocupar su tiempo, sino la ingenieril y la científica, entre las distintas repúblicas italianas de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI.

La Virgen de las rocas, 1483-1486

Entre los numerosos manuscritos con dibujos y anotaciones de su mano, un tercio de lo que realizó, quedan reflejadas sus investigaciones entorno a la pintura, a la luz y al color, al movimiento, a la representación del cuerpo humano y la expresión de las emociones. De él conservamos, a su vez, numerosos dibujos, la mayoría científicos, pero algunos de sentido artístico, y entorno a unas veinte pinturas al óleo atribuidas o de su mano, entre las que sobresalen, La Virgen de las Rocas, La Última Cena, La Gioconda, y La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana. En este conjunto de obras podemos comprender lo que aportó al arte pictórico, la influencia sobre sus discípulos, y los maestros de su época, y posteriores, incluyo del siglo XX, que tuvieron sus cuadros como emblemáticos de la Historia del Arte.

La Última Cena, 1494-1497

Leonardo es heredero de la pintura del Quattrocento italiano, pues se educó en el taller de Andrea Verrochio de Florencia. Conoció, por tanto, la tradición cultural humanística y sus manifestaciones artísticas para desarrollarlas y establecerlas como canónicas por medio de sus aportaciones. De esta manera, superaría la representación del espacio a través de la perspectiva geométrica en favor de una mayor integración de la luz y el color, en relación con el contorno del cuerpo humano y de los objetos.  Dominaría la técnica del sfumato para jugar con la atmósfera del tema con figuras dentro de un contexto de paisaje. Por otro lado, sus obras muestran el empleo de la composición triangular como la más perfecta para conseguir el equilibrio y representar la belleza ideal. Finalmente, el estudio de los gestos y las expresiones que el captó del natural.

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