La escultura de Auguste Rodin


 La obra del escultor francés Auguste Rodin inaugura la escultura moderna. Rompe con el canon académico imperante en su tiempo, y a partir de un conocimiento del mismo, dar una versión personal y novedosa de la forma de entenderla. Tiene una situación privilegiada entre los siglos XIX y XX. En 1900, con motivo de la Exposición Universal de París, realizó una gran muestra individual que consagró su fama para la posteridad. De la misma manera que otros artistas parte del estudio de la naturaleza, pero sin realizar una imitación selectiva para lograr la belleza ideal, sino lograr una obra de arte a través de su perspectiva creativa, que le lleva a una elaboración continua de la pieza hasta su conclusión. Estudió profundamente los métodos de Miguel Ángel, y le va a seguir en dar la apariencia a la obra escultórica de no terminada.



La obra más importante de Rodin es la puerta que representa la Divina Comedia de Dante, luego llamada la Puerta del Infierno, un encargo del Estado francés para el futuro Museo de Artes Decorativas en 1880. Un proyecto que reúne un conjunto de sus obras más importantes como el Pensador, el beso y Ugolino y sus hijos. Aunque el encargo fue cancelado, el artista siguió con él independientemente, para así demostrar que se debía tanto a sus clientes como al impulso de su propia creatividad. Un hito en su carrera fue la exposición de su obra confrontada con el pintor Claude Monet en 1889, otro artista que en sus comienzos había sido rechazado en los salones oficiales. A partir de ese momento se hablaría de Rodin como un escultor impresionista, que valoraba la incidencia de la luz sobre la obra escultórica.




El Pensador alude a la figura del propio Dante que simboliza la figura del poeta creador. La influencia de Miguel Ángel es palpable, en concreto en la figura de Jeremías de la Capilla Sixtina y el retrato funerario de Lorenzo de Médicis en la iglesia de San Lorenzo de Florencia. En el Beso se representa el acto adúltero por el que fueron asesinados Paolo Malatesta y Francesca da Rímini, por el hermano del primero y esposo de la mujer. Los dos aparecen desnudos, y es la mujer quien seduce al varón. Rodin sacrifica la exactitud anatómica en favor de la expresividad mediante el lenguaje de los cuerpos desnudos, y en el que el brazo de la mujer aparece con un tamaño más largo de lo normal. La pasión los envuelve, descartando un sólo punto de vista al espectador. Finalmente, cabría citar otra obra fundamental de Rodin, Los Burgueses de Calais, que hace honor a aquellos ciudadanos que en la Guerra de los Cien Años ofrecieron sus vidas para salvar a los habitantes de la sitiada ciudad francesa. Los muestra extremadamente delgados y débiles, según su estilo expresivo, sin atender al canon clásico.




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