La capa de ozono y el cambio climático


 A mediados de la década de los setenta, se descubrió que 96 sustancias químicas agotaban la capa de ozono (SAO). La comunidad internacional firmó el Protocolo de Montreal en 1987 para la eliminación de esas sustancias que se empleaban en aerosoles y en aparatos de refrigeración. Gracias a su prohibición, hoy sabemos que la capa de ozono se está regenerando, y se espera que se restablezca totalmente en 2060. La capa de ozono situada en la estratosfera protege la vida en la Tierra y la salud humana, y limita la incidencia de los peligrosos rayos UV. Un estudio publicado este mes informa que que el Protocolo de Montreal, ha reducido también el calentamiento global, al impedir la acumulación de dióxido de carbono.




Si no se hubiera regenerado la capa de ozono, los rayos ultravioleta hubiesen dañado los tejidos de los árboles y las plantas, limitando la fotosíntesis y, por tanto, la capacidad de la biosfera de absorber el dióxido de carbono de la atmósfera. Además, los SAO, son gases de efecto invernadero. De esta manera, la prohibición de su uso ha provocado que las temperaturas no se incrementasen en 0,8 grados. Este calentamiento extra que hubiera sufrido el planeta habría echo imposible cumplir con el objetivo del acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados respecto a niveles preindustriales en el que un conjunto de países está empeñado en este momento.

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