La pintura rupestre


 Hemos empezado el estudio de la Historia de España con la Prehistoria. Uno de sus enunciados más destacado corresponde a la pintura rupestre o parietal, aquella realizada en las paredes de las cuevas o abrigos al aire libre. La más antigua apareció en la península durante el Paleolítico Superior, entre los 40.000 y los 10.000 años. Corresponde a una actividad artística superior fruto del grado de desarrollo intelectual, similar al hombre actual del Homo sapiens, que llegó por aquellas fechas a nuestro territorio. Fueron realizadas en el interior de las cuevas convertidas en lugares sagrados. Representan animales aislados, sobre todo bisontes, además de caballos y ciervos.




Las figuras son a menudo polícromas, con un estilo realista y detallado. Para ello empleaban pigmentos de diferentes colores, especialmente el rojo y el negro. Los animales se representan estáticos o en movimiento, con diferentes posturas. Los primitivos artistas paleolíticos tuvieron la intención de representar la profundidad y el volumen, para lo que emplearon los abultamientos de la piedra. Además de estas representaciones figurativas, aparecen signos abstractos y estampaciones de manos. Las pinturas más importantes de la península se encuentran en la Altamira, dentro de un conjunto más amplio de ejemplos en Cantabria y Asturias, y a su vez en Francia, que forman la pintura franco-cantábrica, unidas por semejantes rasgos estilísticos y temáticos.




Una de las principales incógnitas reside en su significado. Tal vez poseyeron un sentido mágico, el propiciar la caza o favorecer la fecundidad del grupo social. También, pudieron tener un sentido religioso, de gran valor espiritual y simbólico. Igual problema presenta la pintura realizada posteriormente entre el Mesolítico y el Neolítico (entre 7.000 y 4.000 años), esta vez, en cambio situadas, no en la profundidad de una cueva, sino en abrigos rocosos de la vertiente levantina, por ello se lo ha llamado arte rupestre levantino. Presenta diferencias notables respecto a la precedente. Aparece continuamente la figura humana formando escenas, que corresponden a condiciones sociales y económicas más avanzadas. Así observamos conjuntos referidos a la caza, a la guerra, a la recolección, a la  domesticación de animales y danzas rituales, entre otras.




Las figuras de hombres como animales son estilizadas, casi esquemáticas y monocromas, de un sólo color, pudiendo emplear el rojo o el negro. El artista tiene una finalidad narrativa, de reflejar la acción. Su localización al aire libre ha propiciado muchas veces su mal estado de conservación. Podemos nombrar numerosos ejemplos, destacando las pinturas de Cogull (Lérida) y Valltorta (Castellón).


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