La crisis de los refugiados

Europa vive una situación sin precedentes. A las tradicionales migraciones que buscan un futuro mejor en la Europa desarrollada, se ha unido un éxodo masivo que escapa de la guerra y el genocidio en Oriente Próximo. En lo que va de año ha habido más de 520.000 cruces irregulares de frontera en la UE y la velocidad a la que aumenta el número de los que llegan también es excepcional. La mayoría son refugiados Sirios, familias enteras que protagonizan diariamente escenas dramáticas para llegar desde Turquía a las costas griegas o cruzar las fronteras hostiles de Hungria y Serbia. Pretenden llegar a Alemania y a Suecia paises con legislaciones favorables y ayudas económicas a los refugiados.


Todos los países de la Unión Europea no están preparados, ni siquiera la propia organización, tanto legal como económicamente. Las decisiones han sido lentas, sin aceptar en principio un número elevado de refugiados o negarse a ello. Se han esgrimido razones económicas o de seguridad frente al terrorismo. Al final se ha acordado un reparto por cuotas y una mayor cooperación entre lo países. Las imágenes de personas ahogadas en el Mediterráneo han conmovido a la opinión pública y la ciudadanía se ha dispuesto a acogerles, a hacer un esfuerzo de solidaridad frente al drama diario.


Las posturas de los dirigentes políticos han oscilado entre dos extremos: la de Merkel que ha abierto la puerta a los sirios y la de Hungría que ha cerrado sus fronteras con alambradas. En Europa pesa la historia de las persecuciones y genocidios originados en la Segunda Guerra Mundial. La situación actual es un desafío organizativo que Frontex, la Agencia Europea de Fronteras intenta gestionar de la mejor manera empleando la tecnología adecuada para inscribir a los migrantes nada más llegar y distribuirles por países. También un desafío para lo que supone Schengen, la libre circulación de personas, protegiendo las fronteras exteriores, sin necesidad de volver a los límites nacionales.


Si resulta efectiva la solidaridad y la cooperación entre los países de la UE, serían necesarias medidas que redujesen las causas que existen para la migración forzosa. La situación de Libia y Afganistán y la guerra de Siria. Medidas diplomáticas y económicas para organizar los campos de acogida en las fronteras y luego los sociales en cada país para instalar e integrar a los asilados. A parte de Europa, resulta paradójico que mientras países como Líbano, Jordania y Turquía acogen a millones de refugiados, otros mucho más ricos como los del Golfo Pérsico, que comparten lengua, cultura y religión, se nieguen a ello.

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