Nos hemos puesto en la piel de aquellos que participaron en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), de los que sufrieron las consecuencias del conflicto bélico. Las estadísticas elevan las cifras a millones de muertos y heridos. Mientras se desarrollaron los trágicos combates, los soldados y el cuerpo médico, fueron testigos en las trincheras de las duras condiciones físicas y anímicas que se vivieron. La correspondencia en forma de cartas o postales entre el frente y la retaguardia nos ayuda a comprender lo que sintieron sus protagonistas. Unas palabras de despedida. La comunicación de un hecho luctuoso. Un recuerdo a los padres. La expresión del amor entre tanta barbarie.
De esta manera nos hemos convertido a nivel epistolar en soldados, médicos o enfermeras, que reviven a nivel emocional, a través de unas sentidas breves líneas, lo que supone una guerra. La lucha violenta y tal vez la muerte. Se conservan numerosos ejemplos en los archivos de esta correspondencia, que ha sido divulgada para el mejor conocimiento de la Historia, aquella que protagonizan los seres humanos anónimos.
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