Características de la pintura romántica


 
Otra etapa en nuestro recorrido por el arte contemporáneo, corresponde al estilo romántico, que surgió casi al mismo tiempo que el neoclasicismo, y alcanzará su punto álgido en la primera mitad del siglo XIX. La sensibilidad romántica, que se manifiesta en todas las expresiones artísticas, apuesta por el individualismo, la mirada subjetiva del artista ahora convertido en un genio creador. Además, valora las emociones y los sentimientos, la capacidad expresiva frente al sometimiento a unas normas. Coincide con un mundo convulso por el cambio político y social de las revoluciones políticas y sociales. La pintura se muestra como el mejor medio para crear imágenes asociadas a la nueva sensibilidad.




Las guerras napoleónicas trastocaron el mapa de Europa. La exaltación de las costumbres nacionales, la lengua y la cultura de cada país, se encuentran en la base del nuevo espíritu. Nuestro continente, igualmente, se va abriendo a nuevas culturas, según se desarrolla la revolución industrial. Atrae en este momento lo pintoresco y lo distinto que proporcionan la culturas orientales o las nuestras más ligadas a la tradición. Se exalta el pasado medieval y concibe la naturaleza sometida a fuerzas sobrehumanas. La representación del paisaje será uno de los temas principales de la pintura. Una pintura que se caracteriza por predominio del color sobre el dibujo; los contrastes lumínicos y las composiciones dinámicas, llenas muchas veces de energía y dramatismo. 




Estas características las observamos en la pintura de autores como Théodore Gericault, en su emblemática obra, La balsa de la Medusa, que representa el momento de mayor dramatismo en el naufragio de esta fragata. Eugène Delacroix, expresa como ninguno, el espíritu de las revoluciones liberales y el nacionalismo de principios del siglo XIX. Así lo observamos en obras como La Libertad guiando al pueblo, o La matanza de Chíos y Grecia expirando en las ruinas de Missolonghi. Varias de sus obras se inspiran en el mundo oriental como La muerte de Sardanápalo o Mujeres de Argel. Las escuelas inglesa y alemana son las más importantes en la representación del paisaje romántico. Los fenómenos de la naturaleza como las tormentas o las tempestades son similares a la expresión de los sentimientos más exaltados. 




Frente al desarrollo urbano e industrial destructivo, el paisaje levemente humanizado nos llevan a la Arcadia feliz o si están poblados de ruinas, expresan la nostalgia por el pasado perdido. Ejemplos de esta corriente, los vemos en la obra de John Constable, representando la campiña inglesa. Capta en pinturas como El carro de heno, la vida tranquila del trabajo agrario, influidos por los cambios atmosféricos y lumínicos. Éstos se vuelven el tema principal en los cuadros de William Turner, en concreto, en Vapor, lluvia y velocidad. Finalmente, el paisaje adquiere un carácter simbólico y religioso en la pintura de alemán, Caspar David Friedrich, donde combina elementos y figuras del primer plano, frente a un fondo de espacio inmenso lleno de misterio, como en El caminante sobre el mar de nubes.

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