La romanización de la Península Ibérica


 La materia de Historia de España de 2º de Bachillerato dedica un espacio relevante al siglo XIX y XX, pero estudia las raíces de nuestra época contemporánea. Un proceso histórico relevante lo constituye, la llamada romanización, que supuso la integración en la sociedad, la política y la cultura de la civilización romana de los pueblos que habitaban nuestro territorio. Así, los pueblos indígenas en el año  218 a. de C. que se encontraron las tropas de Publio Cornelio Escipión, al desembarcar a las costas de Ampurias en el marco de la segunda guerra púnica, es decir la lucha contra los cartagineses que les disputaban el dominio del Mediterráneo occidental, eran los Iberos y los celtas. Los primeros más avanzados política y culturalmente por el contacto comercial que tuvo la península con los antiguos griegos y fenicios.



El proceso de conquista y de integración fue más rápido en aquellas zonas acostumbradas al contacto cultural y económico con otros pueblos del Mediterráneo, pero el dominio de las tierras habitadas por celtíberos y celtas tardaron en controlarse hasta el siglo I a.C. Nuestra península que los romanos llamaron con acierto, Hispania, les permitió a los romanos fortalecer su poder militar. Muchos de sus habitantes formaron parte del ejército. La construcción de infraestructuras y la fundación de ciudades romanas permitió la integración de las poblaciones autóctonas, hasta formar parte esencial de la civilización cuyo centro era Roma.



De esta manera, la lengua latina, las numeras manifestaciones artísticas, el derecho romano, y las creencias religiosas, se constituyeron como manifestaciones de la romanización en la Península Ibérica. Además, hubo escritores latinos y emperadores de origen hispano. Hoy la huella de este proceso histórico perdura en la actualidad, desde el afortunado nombre que dieron al territorio, como en las lenguas modernas, que hoy se hablan.

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