Las características de la escultura helenística


 La escultura helenística se extiende entre el siglo III y el I a.C., un periodo en el que las obras adquieren mayor naturalismo y amplitud de temas, que incluyen tanto la erudición literaria como lo cotidiano y superficial. El movimiento y el dramatismo se muestran en las figuras, expresados con la perfección técnica lograda en siglos anteriores. Sin embargo, no se elude cierta tendencia al idealismo, pero un ideal de belleza, más patético y complejo. El mundo griego abarca un territorio amplio y diverso en su ejemplos. Una de las escuelas más famosas fue la de Rodas. El Laoconte y sus hijos, atribuido a Agesandro, Polidoro y Atenodoro, hacia el siglo II a.C., constituye una obra fundamental. 



Esta obra representa un tema mitológico situado en la guerra de Troya. Laoconte, sacerdote de Apolo, es castigado con el ataque de unas serpientes marinas enviadas por Poseidón para que no revelase el secreto de los aqueos para la conquista de la mítica ciudad. Muestra el momento de mayor dramatismo, cuando el sacerdote, ya anciano, trata de liberarse del ataque junto a sus jóvenes hijos. El grupo forma una composición triangular con predominio de la visión frontal. La torsión dramática del padre dibuja una diagonal hacia la izquierda del grupo donde se encuentra el hijo pequeño, mientras a la derecha trata de apartarse el mayor. El movimiento dramático potencia el claroscuro de las anatomías tensionadas, mientras el dolor causado se ve reflejado en el rostro barbado del sacerdote.



A esta misma escuela pertenece la Victoria de Samotracia, que formaría parte de la proa de un barco, dentro de un conjunto mayor, que evoca una victoria naval. La diosa se representa con las alas desplegadas, frente al un intenso viento de frente que agita sus vestimenta, humedecida por la humedad del mar. La túnica, de esa manera, muestra la anatomía femenina proporcionando sensualidad a la figura. Por otra parte, en la escuela de Alejandría, se siguió el estilo de Praxiteles, según el modelo de la Venus de Cnido. Así, se creó otra obra fundamental del periodo, la Venus de Milo.



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