El taller de Leonardo da Vinci


El Museo del Prado organiza una pequeña pero significativa exposición sobre el taller de Leonardo da Vinci y su manera de enseñar pintura a sus discípulos, titulada, LEONARDO Y LA COPIA DE MONA LISA. NUEVOS PLANTEAMIENTOS SOBRE LAS PRÁCTICAS DEL TALLER VINCIANO. Se centra en tres obras que se realizaron en ese ámbito, Mona Lisa del Museo del Prado, la Santa Ana del Hammer Museum, y el Salvator Mundi de Ganay. Todas ellas coinciden que son copias realizadas por el mismo autor, hasta ahora desconocido, que trabajaba en el taller de Leonardo. A través de procedimientos técnicos como la reflectografía infrarroja se ha podido deducir mucho más, aparte de esa autoría, debido a la coincidencia en el estilo del trazado subyacente y en la manera de construir las carnaciones.




Sabemos que en el taller de Leonardo había un modo de trabajar común, aparte de las influencias formales. El aprendizaje junto al maestro estaría centrado en la educación de la mirada y en que supiesen comprender los fenómenos lumínicos y cromáticos que fueron objeto de sus investigaciones. Les dejaba gran libertad, siempre que mantuviesen la calidad final y los objetivos propios del arte de la pintura que tanto demostró en sus escritos conservados. Leonardo autorizó la copia, como observamos del retrato de Mona Lisa,  a partir de sus prototipos, ya sean pinturas o dibujos, y además, en ocasiones, intervino en ellos. El genio, supervisaba los trabajos de pintura de los discípulos después de haberles proporcionado modelos dibujados, y en algún caso, de obras que nunca llegó a pintar, como el tema de Leda y el cisne. La huella de Leonardo, por tanto, no sólo se manifestó en los discípulo directos, sino en pintores contemporáneos como Andrea del Sarto, Rafael Sanzio, y los españoles, Fernando Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina.

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