Características de la pintura neoclásica


 Los profundos cambios políticos, sociales y económicos al inicio de la Época Contemporánea, tienen su equivalente en las transformaciones estilísticas. Frente al estilo Rococó propio de la nobleza del Antiguo Régimen, surge el Neoclasicismo, en el que se tiene como modelo la antigüedad grecolatina, como mejor forma de expresar los valores universales propios de los nuevos tiempos. Se adecua al pensamiento de la Ilustración que exalta la razón, que trata de mejorar la vida de los súbditos al aplicar reformas educativas para obtener la felicidad y el progreso social. La búsqueda de la belleza ideal y la perfección artística se corresponde con la rectitud moral, y la defensa de valores como el patriotismo, la dignidad y el heroísmo.




La pintura neoclásica valora la línea, el dibujo sobre el color. La claridad y serenidad compositiva frente a los grandes escorzos y decoraciones. Tiene un finalidad educativa y moralizante. Un lenguaje sobrio para expresar las aspiraciones de la burguesía revolucionaria, que debe convertirse en un elemento transformador de la sociedad.  El pintor francés, Jacques-Louis David es el mejor ejemplo de artista neoclásico. Además comprometido con la Revolución Francesa, para terminar al servicio de Napoleón. La huella de la influencia clásica se observa primeramente en El Juramento de los Horacios (1786), donde representa un tema de la historia de Roma de carácter patriótico. Las arquitectura, los vestidos de los personajes, la composición equilibrada, nos recuerdan aquel pasado glorioso, en la que un grupo de hermanos van a sacrificar su vida.




En Marat asesinado (1793), un vacío se cierne sobre el cuerpo muerto del revolucionario, que exalta su dignidad y compromiso moral. El propio artista participó durante el periodo jacobino en la Convención republicana. Según evoluciona la marcha de la revolución, sus temas cambian en favor de un nuevo régimen más moderado, como expresa en El rapto de las Sabinas (1799), y finalmente al servicio propagandístico de la figura del emperador Napoleón Bonaparte. En este periodo el estilo neoclásico se convertirá en una moda que se aplica a la decoración o el vestido a la manera del imperio romano, y será adoptado por la nobleza europea, como observamos en el retrato de La marquesa de Santa Cruz, (1805), pintado por Francisco de Goya.




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