La mirada postimpresionista


 La pintura occidental da un salto cualitativo con el llamado postimpresionismo a finales del siglo XIX. Dos pintores franceses y uno holandés, van a sentar las bases de la pintura de vanguardia de principios del siglo XX. Fueron incomprendidos en su tiempo, apenas vendieron sus cuadros o no lo hicieron. Solo tuvieron fama al final de su vida o cuando habían ya muerto. Luego el mundo artístico descubrió su portentosa influencia. El Cubismo, el Fauvismo, el expresionismo, mostraron su deuda con Paul Cézanne, Vicent van Gogh y Paul Gauguin. Aportaron una mirada nueva a la pintura, la del propio artista, que no pretende la representación fiel de la naturaleza, cada uno a su manera o estilo. El pintor representa la subjetiva reflexión artística del mundo objetivo, a través de una peculiar aplicación del color.




Uno de los más influyentes, sobre todo al final de su vida, fue Paul Cézanne. En obras como Los jugadores de cartas, o La montaña de Sainte-Victoire, exhibe un estilo alejado del impresionismo. La pincelada tiende a crear manchas uniformes y yuxtapuestas, figuras geométricas elementales para representar la realidad. La rápida aplicación de la pincelada impresionista para captar los efectos de luz, que configurasen el objeto, se ha sustituido por un trabajo más concienzudo, estímulo de la reflexión.



Van Gogh valora en la pintura la expresión de sus sentimientos y pasiones, para representar temas con un carácter simbólico de raíz religiosa. Dos años antes de su muerte, en 1888, se trasladó a Arlés, para recuperarse de su enfermedad mental. Allí realizó los cuadros más importantes que han ejercido mayor influencia posterior. Llama mucho la atención la calidad del color de su paleta y la expresión con pinceladas anchas y espesas, a modo de autoexpresión, de los cada vez más tormentosos pensamientos. Obras maestras de este periodo son, El dormitorio en Arles (1888), y La noche estrellada (1889).



Paul Guguin es hoy de los artistas más valorados por el mercado y los aficionados al arte. Sus cuadros que han salido a subasta se encuentran entre los más caros, como en otro tiempo lo fueron los de Van Gogh. En España podemos disfrutar, no sin dificultades, del famoso Mata Múa, perteneciente a la Colección Carmen Thyssen, una de sus obras sin duda más valiosas. Atrae mucho de este cuadro, y otras similares de su mano, la visión idílica, como exaltación del primitivismo indígena de Tahití. Expresa la felicidad vital y espiritual de las mujeres indígenas en comunión con la naturaleza, Una naturaleza representada con unos colores no percibidos de manera objetiva, sino por la interpretación simbólica del artista. Su estilo procedente del llamado cloisonné, practicado por el artista, Emile Bernard, y evolucionado en su trayectoria, será muy influyente en el fovismo de Matisse y el expresionismo alemán.


1 comentario:

  1. cm41.es
    Amar el arte es coleccionar fragmentos de inspiración en casa. Cada pieza es un universo de emociones y creatividad que transforma tu espacio en un rincón de belleza y reflexión.

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